jueves, 14 de marzo de 2013

La utopía educativa a perseguir. Nelson Mandela


* Adaptación y reflexiones sobre Las ocho reglas de liderazgo de Mandela

Regla nº1: El coraje no es la ausencia de miedo – es inspirar a otros para sobreponerse a él. (Pasó miedo pero disimuló no tenerlo, para que los otros no lo tuvieran). 


Inculcar sobreponerse al fracaso, a no considerarlo el final, sino un paso más para conseguir un logro, a verlo como un reto deseable a superar. Evitar el sentido del ridículo que se encuentra detrás de muchos fracasos en el aprendizaje, desde que se comienza a leer o antes.

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Regla nº2: Lidera desde la línea delantera – pero no deja tu base atrás. (Cuando, siendo prisionero, negoció con el gobierno, tuvo que persuadir a sus seguidores para mantener su confianza). 


Nunca creas que lo tienes todo logrado, cuando menos te lo esperas salta una liebre que te hace ver que no lo tenías todo controlado. Abandona tu zona de confort antes de que ella te abandone a ti. SI te has ganado el prestigio, el aprecio y la confianza entre tus alumnos, debes trabajar por mantenerlo.

Regla nº3: Lidera desde atrás – y deja creer a otros que están en primera línea. (Usó la imagen del pastor que va detrás de las ovejas).


No pretendas ser un iluminado que pretende que todos lo sigan. Guía desde atrás, propon caminos, no los marques, insinúalos, esbózalos, propón que cada uno descubra los suyos. Un verdadero líder no necesita exhibirse. A veces un equipo tiene una estrella, pero quitas a un determinado jugador que aparentemente no destaca sino para un buen entendedor y el equipo deja de funcionar a pesar de las estrellas. Un buen líder tiene como objetivo el dejar de serlo, el no ser necesario. 

Regla nº4: Conoce a tu enemigo – y aprende sobre su deporte favorito. (Estudió la lengua “africana” de los boers, para poder hablar con ellos sobre sus deportes favoritos).


Aquí cambiaría lo de "enemigo" por ese alumno disruptivo que no se adapta  Piensa si eres tú el que no se adapta, si es el sistema el que no lo hace, el que no le deja espacios de libertad para desarrollarse. Conócelo, busca sus puntos fuertes, poténcialos, haz que se sienta orgulloso. Ten paciencia, no te lo tomes como algo personal. Es producto de su educación o falta de ella, de una sociedad o enseñanza que lo ahoga ¿Realmente crees que es natural, saludable, deseable, necesario, oportuno, fructífero, pasarse 25 o 30 horas sentado en un pupitre? 

Regla nº5: Mantiene a tus amigos cerca – y a tus rivales todavía más. (Invitó a comer a su casa a sus contrarios).


Busca a la gente que te puede aportar algo, alumnos, compañeros, que están dispuestos a ayudarte, a colaborar, compartir, crear, innovar, alegrar, porque ellas son las que te van a hacer feliz en tu trabajo, los que te van a proporcionar energías cuando te falten. Con los tóxicos, trata de que no te afecten, que no destrocen tu trabajo, trata de ganártelos, de que cambien, mejoren. Piensa en ti hace 10 años ¿Eras igual? ¿Aceptarías todas tus posturas de ese momento? Todos nos encontramos en un camino, unos más adelante y otros más atrás. No por encontrarnos más adelante somos mejores, sólo hemos dado algunos pasos más. Todos caminamos, se trata de hacerlo en un buen camino.


Regla nº6: Las apariencias tienen importancia – y acuérdate de sonreír. (Su arma fue su sonrisa, más que su palabra).


La sonrisa natural es tu mejor herramienta, te abre puertas en el momento oportuno. Te ganas y ganas, Acerca, humaniza, rompe hielos, tiende puentes. 

Regla nº7: Nada es negro o blanco. (Su mensaje: la vida no es así o asá).


Tus alumnos no son absolutamente malos ni absolutamente buenos. Es obvio, pero tendemos a olvidarlo cuando alguno nos carga. Trata de ganarlo para tu causa, para su propia causa, para la vida.

Regla nº8: Renunciar también es liderar. (Reconocer y corregir sus fallos es un signo de madurez)


No hay nada como reconocer sinceramente un error, pedir disculpas, dejarte enseñar, hacer ver que todos podemos aprender de todos. Cuando te desenvuelves cómodamente en una situación, no necesitas imponerte. Escuchar, atender, dar la razón, seguir lo que otros proponen cuando es interesante no es falta de liderazgo, es saber delegar, permitir desarrollarse.

Renunciar a tu liderazgo por innecesario es el mejor logro, la utopía educativa a perseguir.


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